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Existe cierto frío que aparece hasta en verano y no se va por mucha sopa agridulce que tomes.
Y parece que se piensa mejor cuando consigues dejar la mente en blanco para escucharte.


Pero sigo sin escuchar demasiado, solo cuando las verdades duelen y no se como escapar de ellas.
Me ciego un rato y luego las palabras, su sonido, las letras que contienen, me taladran la corteza del cerebro.
Y todo se vuelve azul, marrón y gris. Intento mirar atrás y no quedan huellas.
No vale la pena equivocarse tanto. Pensaba que si pero no. Madurar tiene que ser otra cosa.
Un día más en la Tierra, y no he aprendido nada...creo que lo último que aprendí fueron las tablas de multiplicar. Bueno, eso y tus ojos, que me los se de memoría y me muero si me miran.

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