Vuela lejos mariposa, donde brille la luna y no el sol.
Vuela.
Pequeña niña sin hogar, crea distancia.
Aléjate del coche rojo que no deja de observarte.
Cuéntale a la moneda lo que te ocurre, que ella es la única capaz de comprenderte.
Ella no vio lo que pasó.
Coge las llaves que han dejado de abrir la puerta del olvido y clavaselas al miedo.
Defiéndete.
Jugar a perder.
Cansada de jugar juegos que yo no elijo.
Decido jugar a un juego sin inicio.
Empatado, no perdido.
Pluscuamperfecto en tu casa sin norte.
"¿Cómo puedo perder? No es suficiente con tener talento. Hay que tener carácter también. Sí, ahora sé lo que es tener carácter. Lo adquirí en una habitación de hotel en Louisville." “Claro que te emborrachaste. Tenías la mejor excusa en el mundo para perder. No hay ningún problema si pierdes con una buena excusa. Ganar, puede ser una gran carga. Puedes soltar esa carga cuando tienes una excusa. Lo único que tienes que hacer es aprender a sentir pena por tí mismo. Uno de los más populares deportes de interior: sentir pena por uno mismo. Deporte disfrutado por todos, especialmente los perdedores natos.” "Destruye los mañanas porque los compra hoy y a bajo precio." "Tenemos un contrato de mutua tristeza y una impenetrable oscuridad nos rodea." "No estoy borracha, soy coja" "Beber whisky al empezar una partida es buscar un pretexto para perder."
" Dos barcos que se cruzan en la noche han de invitarse a desayunar."
Sombras tridimensionales, sentidos atrofiados y maletas sin hacer que no sirven para nada.
Coches de un futuro inmediato que no conoceré.
No pensar. Sería más fácil.
No quiero pensar en lo que podría haber sido y no será.
Nunca más.
No voy a tropezar con piedras azules que por dentro son grises.
Estoy cansada del pasado que no se aleja.
Me acosa. ¿No me soltará nunca?
Todos los enigmas no resueltos vuelven cuando menos apetece resolverlos.
No tengo dudas, no las necesito.
Pero sé que algo o alguien me persigue y mis piernas no quieren volver a correr.
Pero quedarse quieto por la curiosidad de saber que sucede no es la solución.
La solución no existe.
No hay respuestas, sólo preguntas.
No vuelvas.
Estúpida frase dicha por un estúpido.
Empatía que no encontraste. Coge la linterna y sigue buscando.
O déjalo, no vale la pena.
Déjame.
Es tarde, ya no respiras. Te has roto.
Pero todo va a salir bien.
No mentí, pero no dije toda la verdad.
Las pupilas reflejan algo que me gusta.
Ojo de pez que me atrae y encierra en una pecera.
Tu pecera, que se hizo mía.
Ahora no tengo escondites. Te los conté todos y tengo miedo.
Ódiame, pero protege mi secreto.
Roto. Rompe y llora por no saber arreglar lo que no tiene arreglo.
Te faltan piezas del puzle.
No escuches todo lo que oigan tus orejas.
Aprende a mentir. Aprende a ocultar la verdad.
Ocultame y no se lo cuentes a nadie.
No lo entendiste.
No quiero que nadie lo entienda.
Silencio en mi memoria. Vacio en tu rincón.
Colapso mental. Veo los negativos de la película que odiaba. Empieza a gustarme.
Neurosis absoluta e irrevocable. Todo me recuerda a tu enfermedad. Me persigues y no quiero mascarillas que me salven.
Aforismos varios que suenan en mis rodillas y se convierten en onomatopeyas atropelladas. Lo sé, me he pasado.
Noches de resaca sin alcohol. Culpa de tener un cerebro atormentado por las dudas. Pesadillas sin sueño. Dormir. Es difícil. No recuerdo cuando empezó a serlo.
Se ha vuelto una costumbre enredarme en ti cada madrugada. Hablamos. Pero no te acuerdas de mi nombre.
Psicodélica. Así suena tu voz cuando mascullas palabras con pétalos de nomeolvides.
Ronronea el gato en su cajón favorito. Quiere decirme algo, pero no he aprendido a maullar, todavía.
Voy mal de tiempo, pero dame más, que puedo con todo.
Paranoia antipersona que se vuelve protección cuando te ve de lejos.
Lagunas mentales, más de cien activistas desempleados buscan Dios que haya olvidado el sueño.
Locura, cosa de la edad, se curará si me dedicas una página de tu vida.
Horas y tic tacs incomprensibles, no hay pájaro que vuele más allá de esa pared que pintaste de color desolación.
Efímeras son las palabras que nunca dijimos pero que sentimos tan dentro que estallaron en miles de diálogos inconexos.
Heterogeneidad imposible e inalcanzable con dos personalidades tan amantes de si mismas.
Inalterable es el momento en el que te vi por primera vez y me dio la risa.
Surrealista es tu cara y todo lo que esconde, como las cuevas en las montañas de Almería.
Dadaísmo incomprensible en el que te pierdes una y otra vez cuando quieres parecer interesante. Sólo parecer no, que ya lo eres.
Apocalipsis. Sucederá algún día, cuando deje de quererme. Tú no lo entenderías, el gamberrismo autodestructivo forma parte de tu cubertería.
Evolución extraña que parece hurgar en el pasado buscando lo inexpresivo.
Hoy tenemos mucho en común. Sé que tú también estás mirando la lluvia. Seguro que te atrae, a lo mejor te pareces en algo a ella. Sé que es tu olor favorito. Ya sabes, la tierra mojada. Estarás sonriendo cuando vuelvas a casa. Igual que yo cuando salí de ella. Te mojarás por no llevar paraguas, pero lo entiendo, yo tampoco lo necesito. Llegarás empapado al sitio al que vayas y la gente te mirará sorprendida, como si fuera raro mojarse cuando llueve. A lo mejor te hacen algún comentario. Dirán: ¿por qué no te has puesto la capucha? Déjalos. Que no te comprendan. Los raros son ellos. Pero hoy eres feliz, bajo la lluvia y sin complicaciones. Pisa todos los charcos que veas, aunque procura no mancharte, que esas manchas en la felicidad son las más difíciles de quitar.
Que nadie te tape las carcajadas. Lo que quieres es reír. Ríe aunque les sorprenda.
Nunca sonríes, sólo los días de lluvia. Eso me encantará, lo sé.
No te gusta el verano, el calor no tiene nada de profundidad. Bajo la lluvia es cuando más aprendes. Sueñas con escribir canciones y algún día lo harás. Yo escribiré una para ti. Eres la única persona que podría comprenderlo.
Que cuando hablo de lluvia me refiero a algo más que va de la mano de esta. Se esconden muchos misterios debajo del agua. Quiero conocerlos todos. Tú también.
Y es que hay días en los que nos parecemos demasiado, aunque no nos conozcamos.
Hoy lo daría todo por ver como te pisan las cabras de las que tanto te reías. Seguro que dejarían de hacerte gracia, pero a mi empezarían a hacérmela. Es lo que necesitas, que alguien te aplaste contra el suelo.
Que en lugar de volar, flotabas, como un globo lleno de helio contaminado. Me encantaría ver como te estampan tu bonita cara y te empequeñeces. Te dio por pensar que eras un gigante por ser capaz de hacer daño a la gente. Eso me producía repulsión.
Eras asqueroso, jodiendo a los demás para sentirte bien. Nunca lograrás importarle a nadie. La gente como tú pasa siempre desapercibida. La indiferencia es tu maldición, el castigo que te has buscado.
Me viste jugar con fuego y pensaste que también podrías hacerlo. Pero yo me quemaba siempre, aunque no me importaba. Con el tiempo aprendería a manejar el fuego sin quemarme. Pero tú, brillante macarra sin clase ni autoestimas, te dedicabas a quemar a los que había a tu alrededor. Ahora no te preguntes por qué te has quedado solo.
Lo has perdido todo pero sigues pensando que eres el rey del mundo y las personas que se han ido, simples envidiosos. Dicen que a veces perdiendo se gana, pero eso no sirve para ti. Lo has perdido todo, no has ganado nada, y encima no te has dado ni cuenta. Brilla diamante loco, como si a alguien le importara lo que haces.
Llevas el cartel de no pisar colgado en la espalda, pero nadie quiere verte, por eso no lo han leído. Te mereces que te pisen. Disfrútalo como yo lo estoy haciendo.
Juguemos. Te reto a que me encuentres. Perdámonos en ese bosque del que tanto hablas y escondámonos en sus profundidades oscuras. Búscame con las manos. Cierra los ojos, no quiero que me veas perdida y asustada. No estaré sola, tendré sueños para que puedas oler sus aromas. Eso lo hará más fácil, porque el bosque es muy grande y te llevará mucho tiempo fijarte en mí.
Seguramente no valga la pena. No puedo hacerte promesas, siempre cruzo los dedos. Te haré infeliz y te destruiré poco a poco, desde dentro. Pero a veces te haré reír, es lo único que puedo darte. No te abrazaré a no ser que yo lo necesite. Lo siento, pero mi ego funciona de esa manera. Únicamente hago aquello que me beneficia a mí. Bueno, si tienes un problema puedo intentar ayudarte, pero nunca a costa de joderme yo. No sufro por nadie. Aunque si me encuentras entre tanta mierda puede que valga la pena herirme por ti.
Tengo muchas cicatrices, pero me las he hecho yo, nadie me ha ayudado. Quizás tú seas el primero en hacerlo.
No lo sé, el bosque está demasiado oscuro y yo no llevo mechero para alumbrarte. Puede que no me encuentres nunca.
A lo mejor me da miedo y grito y corro para encontrarte. Quizás valga la pena hacer un esfuerzo para encontrar tus manos.
No estoy soñando. Me limito a respirar. Sólo cojo aire y lo expulso. Mi tiempo esta bien, sé que no lo estoy perdiendo. Aprendo. Cada día entiendo una nueva realidad que ayer desconocía. He dejado de ser caprichosa. Ahora soy sensitiva. Y te siento. Sé que es extraño que sienta lo desconocido como si lo conociera.
El mundo tiene formas nuevas y colores más silenciosos. Todo gira en torno al silencio. Las fotos en blanco y negro han empezado a ganar importancia. Las quiero, las necesito y las conseguiré. Porque he decidido hacer todo lo necesario para ser feliz. Regalarme felicidad a cada instante. Y si estás cerca puede que también te regale un poco. A ti, que me desconoces y conoces sin saberlo, que has paseado por mi mente tantas noches y que has compartido conmigo el comienzo de la primavera. Sé que necesitas lo mismo que yo, aunque todavía no sepamos qué es, pero necesitamos algo. Todos necesitamos algo. Cuando encuentre ese algo sé que me conoceré mejor, quizás tú sientas lo mismo.
He decidido quedarme quieta en un punto fijo por un tiempo indeterminado, esperando. Porque a lo mejor así en lugar de encontrar lo que necesito, ese algo me encuentra a mí. Es absurdo. Lo lógico sería buscarlo, sería la opción valiente. Pero no me consideró cobarde por quedarme quieta, me considero tranquilidad y calma. Como si el aire que llevo dentro estuviera relajado y quisiera seguir adelante, pero sin prisas. No perder el tiempo, sólo aprovecharlo.
Él quería poner el mundo a sus pies, pero los pies de ella querían pisar su mundo.
No se entendían, eso era lo más extraño. No es que fueran diferentes, que lo eran. Era que no se querían comprender. Cuando él quería algo, ella quería lo contrario. Pero les iba bien, habían empezado a acostumbrarse. Discutían cada día, cada instante de felicidad lo borraban con insultos tristes y desesperados. Pero eso lo hacía todo más interesante. Nunca se aburrían juntos, siempre encontraban algo que tirar a la cabeza del otro. Se dañaban mutuamente pero no se hacían daño.
Pero un día él empezó a quererla de una forma enfermiza. Una clase de amor de esos que son destructivos y posesivos. Pero la quería tanto… Necesitaba tenerla a su lado, mostrarle su mundo y que también fuera de ella. Tenía que hacerla feliz. Intentaba hacerla feliz. Pero nunca era suficiente.
Dejaron de discutir porque él ya no quería vivir de esa manera. Sólo quería hacerla reír pero ella ya no se reía nunca. Ella quería que volviera el de antes, su compañero de insatisfacciones. Pero ahora ya no había peleas y todo parecía tan monótono.
Una mañana ella se fue. Dijo que tenía que escapar de la pecera, que los dos juntos no cabían. Y se fue. Hizo la maleta y salió por la puerta.
Él sabía que no podía estar sin ella, pero juró que lo intentaría. Pasaron las semanas y él seguía extrañándola. Pero ella había rehecho su vida.
Se encontraron paseando por el centro. Ella ya no le quería, había conocido a otro y seguía discutiendo siempre que podía. A él le carcomieron los celos al verlos juntos. Era insoportable, no lograba entenderlo. Ella tenía que ser suya, no quería compartirla, no podía. La siguió hasta su nueva casa. El otro no vivía con ella. Espero pacientemente a que aquel intruso se marchara y llamó a la puerta. Ella abrió, semidesnuda. Él la deseaba, pero no había llamado a la puerta por eso. Entró. Le pidió un vaso de agua, aunque no tenía sed. Ella le llevó a la cocina. Él cogió un cuchillo que había sobre la mesa y la mató. Así, sin florituras ni adornos. No hace falta más. No se dijeron nada. Ella le miró y sonrió. La muerte era lo que había estado buscando y sólo él supo dársela.
Risto Mejide: Antes que nada, perdona si huele un poco a cerrado, hacía mucho tiempo que nadie se alojaba aquí, y menos aún con la intención de quedarse. Ábreme bien de puertas y ventanas. Que corra el aire, que entre tu luz, que pinten algo los colores, que a este azul se le suba el rojo, que hoy nos vamos a poner moraos. Y hablando de ponerse, vete poniendo cómoda, que estásen tu casa. Yo, por mi parte, lo he dejado todo dispuesto para que no quieras mudarte ya más. Puedes dejar tus cosas aquí, entre los años que tebusquéy los que te pienso seguir encontrando. Los primeros están llenos de errores, los segundos, teñidos de ganas de no equivocarme otra vez.El espacioes tan acogedor como me permite mi honestidad: ni muy pequeño como para sentirse incómodo, ni demasiado grande como para meter mentiras. Mis recuerdos, los dejé todos esparcidos por ahí, en cajas de zapatos gastados y cansados de merodear por vidas ajenas. No pises aún, que está fregado con lágrimas recientes, y podrías resbalar. Yo te aviso. El interruptor general de corriente está conectado a cada una tus sonrisas. Intenta administrarlas bien y no reírte demasiado a carcajadas, no vayas a fundirlo de sopetón. No sé si te lo había comentando antes, pero la estufa la pones tú. Y hablando del tema, he intentado que la temperatura del agua siempre estuviera a tu gusto, pero si de vez en cuando notas un jarro de agua fría, eso es que se me ha ido la mano con el calentador. Sal y vuelve a entrar pasados unos minutos. Discúlpame si es la única solución, es lo que tenemos los de la vieja escuela, que a estas alturas ya no nos fabrican ni los recambios. Tampoco acaba de funcionarme bien la lavadora. Hay cosas del pasado que necesitarán más de un lavado, es inevitable. Y hay cosas del futuro que, como es normal, se acabarán gastando de tanto lavarlas. La recomendación: ensuciarse a su ritmo y en su grado justo. Eso sí, no te preocupes por lo que pase con las sábanas, que las mías lo aguantan todo. Para acabar, te he dejado un baño de princesa, una cama de bella durmiente, un sofá de puta de lujo y algo de pollo hecho en la nevera. Para que los disfrutes a tu gusto, eso sí, siempre que sigas reservando el derecho de admisión. Aquí no vienes a rendir cuentas, sino a rendirte tú. Aquí no vienes a competir con nadie, sino a compartirte a mí. Y lo de dar explicaciones, déjalo para el señor Stevenson. El resto…No sé, supongo que está todo por hacer. Encontrarás que sobra algún tabique emocional, que falta alguna neurona por amueblar y que echas de menos, sobre todo al principio, alguna reforma en fachada y estructura. Dime que tienes toda la vida, y voy pidiendo presupuestos. Dime que intentaremos toda una vida e iréenconfrando mis nunca más.
Quisiera volar tan alto que nadie pudiera verme. Desaparecer del todo, como esas veces que te quedas en silencio y nadie te presta atención. Y es que últimamente prefiero escucharme antes que oír las voces insípidas de la gente. Cada vez busco más conversaciones incoherentes pero cargadas de ironía, de esas que te hacen pensar antes de hablar o hablar sin pensar. En el fondo sé que tiene sentido. Parece que ahora todo empieza a tenerlo. Es como si de pronto hubiera atravesado una nube de humo y ahora estuviera todo claro. Supongo que estoy creciendo a mi manera, lentamente y sin perderme. Pero ya no me preocupo, estoy tranquila. Cometo demasiados errores, pero me encantan, y siempre vienen con una letra pequeña que me da la solución a mis problemas. No reconozco a esa persona que era antes. Me escondí detrás de la máscara de un desconocido. No se parecía en nada a mí y ahora me he dado cuenta de que yo valgo la pena. Y quizás hable demasiado de mi misma, pero es sólo una etapa. Con el tiempo tendré más temas. Pero por el momento me dedico a caminar, y como son mis pies los que caminan, tiene sentido que hable de ellos.
No te asustes de mi risa malvada y famélica.
No te rías de mis noches de pupilas dilatadas.
No vueles en mi contra sin llevar las luces puestas.
No vengas a buscarme a la calle de los espejos porque estaré esperándote.
No sientas mis mismas sensaciones inquietas.
No sueltes mi dedo para cruzar el puente de mi nombre.
No me beses a escondidas porque no me daré cuenta.
No olvides los túneles de colores de tu mente.
No intentes sacarme de mi pecera de gas butano.
No quieras llegar tan lejos las tardes de pan recién hecho.
No choques contra mí por no mirarme.
No te caigas cuesta arriba en bicicleta.
No sueñes sin la nocturnidad que requieren los sueños.
No cierres los ojos para no hacerme daño.
No pierdas los papeles en el autobús por no llevar los cascos.
No cierres la puerta demasiado fuerte sin soltar el pomo.
No llames a la gente por mi nombre.
No tengas miedo a los semáforos que andan.
No mires a un payaso a los ojos mientras sonríes.
No grites si las cabezas te persiguen.
No pongas esa cara tan seria si no te regalo un calendario.
No mires el reloj si no sabes leer entre líneas.
No hables cuando tengas demasiado que decir.
No te des la vuelta cuando se la den los demás.
No abras la puerta del coche sin ponerte el casco.
No deshagas la cama cada mañana de dolor de cabeza.
No seas sincero con los cráneos sin pensamientos.
No pierdas la actitud que tanto odiabas.
No te deprimas por no llegar a tiempo.
No quemes hojas que ya han conocido el fuego.
No escuches la canción que elegiste sin quererlo.
No te encapriches de los helados de mora que te daban en el árbol con raíces centenarias.
No me dejes de inventar personalidades sin historia.
No seas tan simple como una silla sin respaldo.
No duermas sin abrazos estranguladores.
No admitas las derrotas que nadie conoce todavía.
No respires más rápido que tus ideas.
No cumplas las promesas de dedos cruzados en la espalda.
No digas la verdad si te gusta que te mientan.
No te asustes si se rompe la barrera del sonido.
Cuando te decía te quiero no mentía. Pero es que no te lo decía a ti, me lo decía a mí. Se lo estaba diciendo a mi reflejo, que lo veía en tus ojos. Le decía te quiero a tus pupilas.
Lo siento. Sé que me vas a odiar al contarte esto. Pero míralo por el lado bueno, ahora te será más fácil olvidarme, si es lo que quieres. Yo no voy a olvidarte, que si lo hago no habré aprendido nada. Puedes insultarme y pensar que soy lo peor. Pero no me arrepiento, fue un error, pero los errores están para cometerlos y aprender. No sé. Supongo que he aprendido a quererme. Al principio te quería tanto que me olvidé de mí. Sólo te quería a ti y entonces no era yo. Así es más fácil. Piensa que realmente no me conociste tal y como soy. No conociste esa faceta mía que sangra ego y no le duele. Que soy narcisista y egoísta. Que cuando tengo un problema me vuelvo nihilista y dejo de pensar que vale la pena. Por eso creo que es importante que te dé las gracias. Porque gracias a ti ahora me conozco un poco más. Pero es que me quiero con todos esos defectos que a ti te hicieron salir corriendo. No me entendías y probablemente ahora tampoco lo hagas. Pero no estoy aquí para que me entiendas. Estoy para entenderme yo. Para decirte esto en voz alta y soltarlo todo. Necesitaba gritar y esta es la mejor forma que tengo de hacerlo. Tú no eras el problema. El problema es que aprendí a quererme, otra vez. Porque dejé de quererme cuando te conocí a ti. Y puede que pienses que nunca podré querer a nadie porque dejaré de quererme a mi y me daré cuenta y volveré a quererme y volveré a decirle te quiero a las pupilas. Pero no es así. Tú y yo no encajábamos. No formábamos parte del mismo puzzle. Pero pensamos que debíamos estar juntos. Me adapte a ti y me dejé de lado. Ya no me veía guapa ni quería mirarme al espejo, me maquillaba y me vestía para gustarte, pero a mí no me gustaba. Y todo aquello que a ti te gustaba de mí era porque así lo quería yo. Quería gustarte y encajar en ti y darte las gracias por haberme visto entre las demás. Pero no era yo. Ahora lo sé, y al decirte esto, quiero que tú también lo sepas. Quizás he desvariado demasiado y digo cosas tan locas y simples y raras que a lo mejor no has entendido nada. Pero yo te lo he dicho. Eso es todo. Que cuando decía te quiero, se lo decía a tus pupilas.
Qué difícil. Pero me parece que aún es más difícil quedármelo para mí sola. Supongo que por eso lo hago. Tú siempre me preguntabas en qué momento había empezado a quererte. Empecé a quererte exactamente cuando me llamaste para decir que me dejabas. De hecho fue en ese preciso momento cuando olvidé el amor que sentía antes, me olvidé de la ternura y del sexo, de tu lengua, me di cuenta de que lo que había sentido antes no era más que el simple reflejo de lo que es el amor. Descubrí que no te había querido nunca. De repente pensé en aquella tortura que practicaban en Francia. ¿Sabes qué hacían? Ataban las extremidades de una persona a cuatro caballos y los azuzaban en direcciones diferentes. Pues así es cómo me sentí. Así es cómo me siento. Ahora ya sé lo que es amar. Te amo con esa clase de amor que había rezado por sentir cuando era una adolescente y que ahora rezo por no volver a sentir nunca más.
No lo se, solo quiero que sepas como me siento, y no te creas que lo que busco es volver a intentarlo. No. Sólo quiero que sepas como me siento. No quiero que tú sigas con tu vida, sin saber como me siento. No lo soporto. En fin, creo que ya está.
Le dan golpes y se calla. No sabe qué hacer. Está confundida tratando de imaginar esa historia que nunca le llega. Y corre, sale huyendo tan rápido que nadie la ve, nadie la detiene. Y llega allí, a ese callejón que tan desapercibido le pasa al resto de la gente. Y se choca contra un muro de piedra. Sin salida. Y sola. Porque hay callejones sin salida en los que no puedes dar la vuelta, y ella se metió en uno de esos. Mira la pared y observa los huecos que hay en ella. Piensa que sus pies son tan pequeños que quizá pueda meterlos en los huecos y llegar arriba. Pero puede caerse a mitad de camino y eso es bastante altura. O puede que no sepa bajar o que no haya nada al otro lado. A lo mejor está en ese callejón por alguna razón que todavía desconoce, pero será mejor quedarse quieta y esperar. No debe tardar mucho en llegar la respuesta. Piensa en él. Es lo que pasa siempre. Tienes un problema y piensas en esa persona que consigue que lo difícil parezca fácil. Y en su caso esa persona es él. Sin nombre ni apellidos. Se le viene a la mente su imagen, su sonrisa. Y se descubre sonriendo ella también. Si es que a veces se nos quita el miedo de pronto. Dice su nombre en voz alta, bueno, más bien en un susurro. Nadie más lo ha oído, no hay nadie que preste atención. Se ha llenado de valor, ahora el muro parece más pequeño así que escala por el. Llega arriba y, sin miedo, salta al otro lado. Hay un hombre pero no es él. Aunque tiene algo parecido. Quizás sea la nariz. No lo sabe. Pero le necesita a él, no a ese hombre. Vuelve a correr, pero esta vez si sabe a donde va. Corre. Quiere ir a donde sabe que él va a estar, a su sitio favorito. Él iba allí cuando quería estar solo porque estaba frustrado y necesitaba encontrar algo pero no sabía muy bien el qué. Coge el metro, sabe que corriendo no llegará, se cansará por el camino y terminará sin voz, y necesita la voz porque tiene muchas cosas que decirle. Piensa mucho, inventa la misma escena una y otra vez. Llega a su parada y se baja. Sale del metro. Ahí está el parque, su parque. Es tan inmenso. Va a ser difícil encontrarle. Pero ha escalado un muro por él, confía en encontrarle. Se concentra, por si así puede sentirle, pero nada. Sigue andando, da vueltas por todo el parque, corre, se ahoga. Ya no le importa quedarse sin voz. Tiene que estar, tiene que encontrarle. Pasa el tiempo y nada. Se tumba en la hierba. Respira. En un rato seguirá buscando. Le da el sol en la cara y no tiene gafas. Cierra los ojos. Ve esa luz anaranjada. Pasan los minutos y esa luz se vuelve negra. Ya no siente el calor del sol. Normal, piensa. El sol se mueve. Pero alguien se sienta a su lado, lo nota. Abre los ojos y le ve. Él. Tanto buscarle para que al final él la encuentre a ella. Él le dice que tiene que hablar con ella, que la echa de menos y quiere decirle muchas cosas, pero que no sabe cómo empezar. Ella siente lo mismo. Ha ensayado tanto esa escena que la ha olvidado por completo, las palabras huyen de su boca. Ninguno sabe que decir, se miran. Intentan hablar con la mirada. Pero se preguntan si el otro entenderá lo que quieren decir. Él la entiende y ella le entiende también. Pero hay dudas. Abren la boca. Lo van a hacer. Van a hablarse. Me aburres. Dicen a la vez. Se besan. Al lado hay unas chicas jugando a las cartas, lo han visto todo, han oído esas palabras y ninguna entiende nada. Nadie lo entendería, sólo ellos.
Te pedí que dibujaras la luna y solo hiciste un círculo.
Y entonces me dieron ganas de llorar y eso fue lo que hice.
No te rías, no es absurdo.
Tu cabecita loca ha perdido la locura
Y ya no sueña con perros verdes sin actitud.
Si no compartes mis sueños busca a alguien con quien tener los tuyos propios.
Pero no me atormentes dibujando círculos sin esquinas.
Que la vida son espirales sin sentido y tú no sabes pintar.
Si te pierdes en laberintos es lógico que te pierdas en mí también.
Pero no me pidas que me tire a eso que llamas precipicio.
No quiero mancharme las botas por ti nunca más.
Fue una tontería querer quererte.
Que el querer viene solo y yo lo forcé.
Pero ya no cometo los mismos errores de siempre.
He empezado a innovar y a tirarme desde canciones más altas
Que las que compartíamos.
Pero no hay mejor canción que la que escucharé algún día.
Cuando encuentre a alguien que haga que no tenga sentido.
Y si te veo pronto te daré dos besos y pensaré que no has cambiado.
Sigues creyendo que las piruletas son préstamos hipotecarios.
Y no te olvides que dijimos que las cosas terminan.
Pero no creas que eres malo por haber seguido adelante,
Que yo ya continúo desde mucho antes de ti.
Puede que pienses que sin el nosotros la vida esta sola.
Pero no es así, el nosotros era la soledad de la vida.
Y ahora que ya no estoy sola y sé encontrar el camino hacia la nada sin darme cuenta es cuando pienso que tendría que haber empezado a correr mucho antes.
No se puede dormir de pie y yo me empeñé en conseguirlo.
Ahora miro por la ventana y sonrío
Porque he vuelto a ver las burbujas que se fueron hace un tiempo.
Ya no tengo ojos, ahora he aprendido a sentir y a mirar más allá del reloj.
Y dibujo tormentas de arena que han parado el tiempo.
Ya no sé como decir que no estoy bien, estoy mejor.
Él se infravalora demasiado. Se lo dije varias veces y nunca me creyó, pero quien le conoce sabe que es verdad. Se ve pequeño comparado con los demás.
Me preguntó qué que era lo que debía hacer. Le dije: sobrevuela. Y me sobrevoló. Estaba loco, pero loco para bien. Veía la vida con ojos de niño. Yo le llamaba niñombre porque así era como le imaginaba.
Se perdió tantos momentos por mirar al cielo que no me creerías. Y es que se dedicaba a eso. A imaginar figuras en las nubes. Pero su imaginación iba demasiado lejos y nadie más veía esas figuras. Imaginaba hasta colores.
Todo por hacerme caso. Sobrevuela. Y lo hizo. Lo sobrevolaba todo. Aprendió a ver la vida desde demasiado alto. Tan alto que casi nadie se fijaba en él. Sólo le mirábamos los que le conocimos antes de sobrevolarlo todo.
Era genial. Una de esas personas que sabes que es especial sólo con tocarla. Te transmiten algo. Son imanes eléctricos. Pero nunca llegas a ver su verdadera cara. No se la muestran a nadie. Viven del misterio que generan. Hablan por hablar y de pronto dicen algo impresionante, algo capaz de mover dos centímetros el mundo. Sólo dos centímetros, pero son dos centímetros que lo cambian todo.
Pero ellos nunca cambian. Mantienen su mirada y su toque mágico. Pierden la sonrisa pero cuando te encuentran triste y solo, te regalan una que tenían escondida. Y es que él era así, lo escondía todo. Nunca sabré ni la mitad de la mitad de sus secretos. No encontraré sus escondites. Pero le encontré a él.
Sobrevuela el mundo. Si miras al cielo atentamente le verás. Debes estar muy atento porque es bastante rápido. Olvídalo. No le vas a ver. Está escondido. Es místico y atrayente. Su aura es de mil colores, así que nunca sabrás cómo se siente. No intentes verlo. Siéntelo cuando te toque. Porque ese momento será especial. Le conocerás y te sobrevolará. Le dije: sobrevuela. Y me sobrevoló.
Para quieto un momento y déjame decirte lo que me gustaría de ti. Cuando te encuentre quiero que me digas cosas que sólo entendamos nosotros. No cosas cursis. Cosas raras y extrañas que no tengan sentido para nadie más. Quiero que me digas que me odias cada vez que discutamos. Nunca me des la razón aunque la tenga. Miénteme todo el rato y yo haré lo mismo. Tírame a una fuente cuando hable demasiado. Si me caigo porque soy torpe, tírate aposta y ríete conmigo. Escríbeme una mala canción llena de metáforas. Por las mañanas dime que soy bonita, pero no te atrevas a besarme. Cuéntame cuentos inventados en los que el príncipe rechaza a la princesa y se queda con la trapecista ambulante. Dime que no a cada cosa que te pida, pero termina haciendo esas cosas por mi. Cuéntale chistes verdes y de mal gusto a mi padre. Ponte camisas de vez en cuando. Enséñame a tocar el piano. Cantemos juntos en la ducha. Retrasa los relojes una hora para abrazarnos por las mañanas. Ríete de mis estornudos. Grábame mientras duermo sólo para enseñarme mi forma de roncar. Préstame tu ropa para coger el metro a tiempo. Inventa comidas y ponles mi nombre. Hazme fotos, hasta que te des cuenta de que no soy fotogénica. No llores nunca. Tienen que gustarte las películas antiguas. Veremos una cada noche. Enséñame a entenderte. Quiero aprender contigo. Háblame de cultura y haz que lo comprenda todo. Crea el insulto perfecto para mí. Mezcla palabras. Amueblemos juntos nuestras cabezas. Hagamos locuras que tengan sentido sin pensarlo. Quiéreme la mitad de los días. La otra mitad, échame de menos. Un día ponte celoso y enfádate conmigo. Llévame a montar a caballo y móntate al revés. Ten una risa contagiosa. Piensa demasiado. Sé profundo. Tengamos conversaciones filosóficas y saquemos conclusiones equivocadas. Juzguemos a la gente y luego conózcamolos para sorprendernos. Pidámoslo todo por favor y demos siempre las gracias. Ábreme la puerta. Invítame a cenar a un sitio caro sólo por una vez. Despiértame con música. Bésame la nariz cuando me enfade. Hazme reír. Confiésame tus secretos y escucha los míos. Pertenéceme. Átame. Compartamos algo. Seamos diferentes. Abramos los ojos juntos y ceguémonos por la luz.
Yo fabrico mis consejos. No los puedo seguir. No me gustan. Ni los quiero ni los necesito. Es suficiente respirar. Eso ya es bastante difícil. Así que déjame respirar. Si me pongo a pensar, pienso demasiado. No esta bien echar de menos el pasado. Lo que pasa, pesa. Pero lo que pesa no pasa. Mira a un desconocido y te desconocerás tú también. Y luchar por algo aunque no sepas por qué. Lucha, que es divertido. Intentemos cambiar el mundo. Ser parte de la historia. Dirigir un cambio con éxito. Marquemos la diferencia y dejemos de ser ovejas. Separémonos a la vez que nos unimos. Seamos diferentes. Huyamos de las modas o creemos la nuestra propia. No copiemos el pasado, caeremos en los mismos errores. Hagamos una guerra pacífica. Consigámoslo. Alcemos la voz tan alto que todos puedan oírnos. Inventemos un futuro mejor. Porque todo es mejorable. Y aún quedan cosas por hacer. No está todo patentado. Brillemos con nuestra juventud y deslumbremos a los que no nos entiendan. Tenemos que hacer que cambien de opinión. Y que luchen con nosotros. Cambiémoslo todo. No hace falta un gran cambio, con uno pequeño será bastante. Pero cambiemos algo. Que la vida no se reduzca a esto. La inteligencia es comprender que faltan cosas por hacer. No hay porqué saber que cosas son esas. Sólo comprender. Y luchar juntos. Hoy. Mañana habrá que seguir luchando. Pero algún día habrá que empezar. Así que empecemos hoy. Que ya estamos preparados. Sabemos lo que hay que hacer. Dilo en voz alta. Que alguien te escuche. Dales algo en lo que pensar. Que hace falta pensar más. Cada uno tendrá sus motivos. Busquemos algo en común en esos motivos y luchemos. Será importante. Seremos héroes. En un futuro lo que hagamos saldrá en los libros de historia. Los niños estudiarán nuestras acciones. Demos buen ejemplo y hagamos algo. Habló de mejorar el mundo, que es mejorable y hay que hacerlo. Que nadie nos calle, y si nos callan, gritemos más alto.
Somos perfectos el uno para el otro. Perfectos juntos. Por separado sólo somos raros. Pero prefiero ser rara a besarte. No se que les pasa a nuestras bocas que no se quieren.
Son bocas, deberíamos ser más fuertes que ellas. Deberíamos estar juntos. Ponernos máscaras y correr. Pero no tendría sentido. Si nuestras bocas se rechazan, nuestros cuerpos harán lo mismo. No formas parte de mi puzzle. No eres la pieza que me falta. Las máscaras no harán que seamos distintos. Seremos enmascarados, nada más. Yo no quiero eso. Quítame la máscara. No quiero ser un gato. Soy una ardilla, no un gato. Si me persigues, corro. No me enredó en tus pies. Yo soy más de huir. No me escondo. Yo huyo. No me sigas a mi mundo. Que es mío, y no lo comparto. No imaginemos el beso perfecto, de película. No funciona. Decepciona. Parecía tan simple y tan complicado. Era increíble. Tendríamos que haberlo dejado así. Cuando lo increíble se vuelve real deja de ser increíble. Lo real no me interesa ahora. Trato de improvisar mi historia. No te la inventes. Sólo improvísame. Hazlo conmigo y sal corriendo. Que no te vea los ojos el miedo. Que se envalentona. No me des la razón. Discúteme. Que quiero jugar a las peleas y contigo no se puede. No sabes jugar a mis juegos. Sólo juegas al parchís. Nuestros colores son tan parecidos que juntos no valen nada. Trata de oler el aire y luego crea un perfume con ese olor. Si no puedes, no pasa nada. Pero inténtalo. No me digas que eres agua. Yo quiero aire. Soy incapaz de entender el agua. Es agua. No quiero entenderla, solo mojarla. Píntame un espejo sólo para mí. Para cuando me sienta fea. Dibújame sonriendo. Y luego corre. No mires atrás. No mires a los lados. No mires hacia delante. No me mires. Cierra los ojos. Mírate a ti mismo. Y corre.