Redbull y cafeína


No importa lo lejos que me vaya porque siempre quedará cerca mío ese algo que se parece a ti. Y las sonrisas y los ojos que corren de las palabras a las miradas, y a la nariz… como si necesitaran volar más que los pájaros, de los que tanto nos reíamos. Y nos sentábamos en cada banco de cada acera que se cruzaba en nuestro camino, y contemplábamos las horas pasar, sin darnos cuenta. Parando relojes parábamos la vida. Y esa suerte, que se quedo a dormir conmigo y ahuyento a las pesadillas. Y todo por ahora, y mientras dure. Lo disfruto, como el helado de mora, como el chocolate con fresa. Y me sobran carcajadas incontenibles, y secretos, de esos que cuento y me dejan pensando que habría estado más guapa callada. Pero esta bien, me entiendes, como a los libros de Freud, en los que explican sueños, pero aún así tu los sigues viendo a tu manera. Y la perspectiva y el no saber, y los contextos de manos abiertas y caricias tan cómplices, como ese grupo de los 90. Y en eso consiste, supongo, en tenerte y que me tengas y en no dejar escapar esos instantes. Y morirme de vergüenza si lees esto, pero eres tu y tu culpa, y todo… Que me invaden las sonrisas y me puede el miedo, pero no quiero, así que aquí estoy, luchando y siguiendo adelante, sin nombres, ni fechas, ni barreras del sonido. Solo nubes y planetas que se alinean para que la locura nos recoja, y nos de alas, como el redbull, como tu mirada.

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