Cuéntame un cuento

Erase una vez un joven agricultor en un campo, cada mañana se levantaba con la mayor motivación, que no era otra cosa más que hacer florecer ese huerto y sacar los mejores frutos, sin embargo estos no llegarían hasta pasado un tiempo, vecinos agricultores suyos decían que debían hacer la recogida antes porque así aprovecharían el auge del comercio de ese momento, y así obtendrían los mejores beneficios inmediatos, pero a este joven inexperto, de alguna forma le gustaba dejar que esas frutas maduran lo suficiente, para ,de paso si encontraba en el huerto alguna que le gustaba especialmente, cogerla en el mejor momento, y disfrutar su mejor sabor, esto le gustaba más que obtener grandes beneficios inmediatos, era un enamorado de sus flores y su huerto y el vinculo q formaba con ellos era más importante que nada. Así pues, llego la época de la recolecta, los demás agricultores obtuvieron beneficios, otros vendieron sus tierras y ya estaban vacios, pero su bolsillo lleno y a nuestro joven por tanto esperar al mejor momento, algunas de las frutas se le pasaron y otras fueron robadas por los buitres. El chaval se sintió mal pero siguió con su criterio todos los años. Y todos los años se le volvían a adelantar los demás agricultores. Un día una fruta prohibida floreció en su huerto, la fruta parecía muy dolorida porque acababa de soportar un gran vendaval y el chaval estaba tan asombrado de observar su belleza y perfección que quiso comérsela y no esperar nada , pero le pude de nuevo su carácter conservador y prefirió esperar a que la fruta recuperara todo su esplendor. A la mañana siguiente se levantó rápido consciente de que era el momento de recogerla y sacar el provecho de esa fruta que no había sacado el resto de sus 20 años con las demás frutas del huerto,…pero cuando llegó ya era demasiado tarde, la fruta era demasiado bonita como para que nadie más se fijará en ella, algún otro agricultor se le adelantó. Otra vez.

Jesús García Muñoz (Ilustrado pensador / futuro psicólogo loco)

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