El placer se puede comprar pagando con dolor



No voy a dejar de esperar señales que caigan desde un limonero hastiado de vivir
Porque me enseñaron a esperar por algo mejor cada día.
Los lunes son peligrosos, pero les siguen realidades peores que el peligro.
El veneno de no saber entrar en tu propia mente y arreglar lo que está roto.
Porque hay cosas que se rompen en pedazos tan diminutos que es imposible recomponerlos.
Pero sigues intentándolo y esperando, porque la risa tiene que estar a la vuelta de la espiral que te rodea.
Y es que los laberintos cobran sentido cuando caminas por ellos con compañía que no existe más allá de la palabra que más duele.
Los olvidados nunca escapan de tu mente por mucho que desees ser invisible, y aunque el miedo paralice.
Lo peor es la angustia de tenerle miedo al miedo y de no saber atravesar cristales.
Porque los espejos ya no reflejan a aquel payaso que nunca sonreía y sabes que no volverá a hacerlo.
Pero respira, que a veces se te olvida ser aire y te atrapan los pulmones.

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