Mustela




Se pinta la máscara, se quita la vida. Salta desde su ventana y lo ves ahí, tan quieto y desvalido. Le quedará una gota de imaginación pero la va a desaprovechar en ponerse la chaqueta. Y es que aún no se ha dado cuenta de que la ropa molesta. Evanescencia. Que locuaz y que bonito suena su nombre cuando te lo susurran al oído. Y como cada página de cada libro caes en una especie de absurdo que ha dejado de mojarte cuando llueves. No sabes, no te atreves, pero te escondes entre las sábanas como siempre que no quieres luz en tus pupilas. Y quien quiere hablar de silencios cuando puedes quitarte las zapatillas. Nos comemos el alba día a día, entre sudores, entre rodillas. Y amanece, que no es poco, al contrario, pero es suficiente. Deficiente, como las flores que se cortan o se caen o el viento aleja. Y cada suspiro de tierra en sus cabezas las eleva a otro planeta. Ojala se pudiera viajar a las estrellas, o coleccionar volantes de coche para que se yo, cualquier noche te diré en que los utilizas. Duérmete otra vez, que ya se ha pasado la hora de la siesta, y el cola cao sienta mejor que la cerveza. Te lo digo yo, que he probado algunos cohetes sin motor. 

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