Cortometraje

Qué difícil. Pero me parece que aún es más difícil quedármelo para mí sola. Supongo que por eso lo hago. Tú siempre me preguntabas en qué momento había empezado a quererte. Empecé a quererte exactamente cuando me llamaste para decir que me dejabas. De hecho fue en ese preciso momento cuando olvidé el amor que sentía antes, me olvidé de la ternura y del sexo, de tu lengua, me di cuenta de que lo que había sentido antes no era más que el simple reflejo de lo que es el amor. Descubrí que no te había querido nunca. De repente pensé en aquella tortura que practicaban en Francia. ¿Sabes qué hacían? Ataban las extremidades de una persona a cuatro caballos y los azuzaban en direcciones diferentes. Pues así es cómo me sentí. Así es cómo me siento. Ahora ya sé lo que es amar. Te amo con esa clase de amor que había rezado por sentir cuando era una adolescente y que ahora rezo por no volver a sentir nunca más.
No lo se, solo quiero que sepas como me siento, y no te creas que lo que busco es volver a intentarlo. No. Sólo quiero que sepas como me siento. No quiero que tú sigas con tu vida, sin saber como me siento. No lo soporto. En fin, creo que ya está.


Le dan golpes y se calla. No sabe qué hacer. Está confundida tratando de imaginar esa historia que nunca le llega. Y corre, sale huyendo tan rápido que nadie la ve, nadie la detiene. Y llega allí, a ese callejón que tan desapercibido le pasa al resto de la gente. Y se choca contra un muro de piedra. Sin salida. Y sola. Porque hay callejones sin salida en los que no puedes dar la vuelta, y ella se metió en uno de esos. Mira la pared y observa los huecos que hay en ella. Piensa que sus pies son tan pequeños que quizá pueda meterlos en los huecos y llegar arriba. Pero puede caerse a mitad de camino y eso es bastante altura. O puede que no sepa bajar o que no haya nada al otro lado. A lo mejor está en ese callejón por alguna razón que todavía desconoce, pero será mejor quedarse quieta y esperar. No debe tardar mucho en llegar la respuesta. Piensa en él. Es lo que pasa siempre. Tienes un problema y piensas en esa persona que consigue que lo difícil parezca fácil. Y en su caso esa persona es él. Sin nombre ni apellidos. Se le viene a la mente su imagen, su sonrisa. Y se descubre sonriendo ella también. Si es que a veces se nos quita el miedo de pronto. Dice su nombre en voz alta, bueno, más bien en un susurro. Nadie más lo ha oído, no hay nadie que preste atención. Se ha llenado de valor, ahora el muro parece más pequeño así que escala por el. Llega arriba y, sin miedo, salta al otro lado. Hay un hombre pero no es él. Aunque tiene algo parecido. Quizás sea la nariz. No lo sabe. Pero le necesita a él, no a ese hombre. Vuelve a correr, pero esta vez si sabe a donde va. Corre. Quiere ir a donde sabe que él va a estar, a su sitio favorito. Él iba allí cuando quería estar solo porque estaba frustrado y necesitaba encontrar algo pero no sabía muy bien el qué. Coge el metro, sabe que corriendo no llegará, se cansará por el camino y terminará sin voz, y necesita la voz porque tiene muchas cosas que decirle. Piensa mucho, inventa la misma escena una y otra vez. Llega a su parada y se baja. Sale del metro. Ahí está el parque, su parque. Es tan inmenso. Va a ser difícil encontrarle. Pero ha escalado un muro por él, confía en encontrarle. Se concentra, por si así puede sentirle, pero nada. Sigue andando, da vueltas por todo el parque, corre, se ahoga. Ya no le importa quedarse sin voz. Tiene que estar, tiene que encontrarle. Pasa el tiempo y nada. Se tumba en la hierba. Respira. En un rato seguirá buscando. Le da el sol en la cara y no tiene gafas. Cierra los ojos. Ve esa luz anaranjada. Pasan los minutos y esa luz se vuelve negra. Ya no siente el calor del sol. Normal, piensa. El sol se mueve. Pero alguien se sienta a su lado, lo nota. Abre los ojos y le ve. Él. Tanto buscarle para que al final él la encuentre a ella. Él le dice que tiene que hablar con ella, que la echa de menos y quiere decirle muchas cosas, pero que no sabe cómo empezar. Ella siente lo mismo. Ha ensayado tanto esa escena que la ha olvidado por completo, las palabras huyen de su boca. Ninguno sabe que decir, se miran. Intentan hablar con la mirada. Pero se preguntan si el otro entenderá lo que quieren decir. Él la entiende y ella le entiende también. Pero hay dudas. Abren la boca. Lo van a hacer. Van a hablarse. Me aburres. Dicen a la vez. Se besan. Al lado hay unas chicas jugando a las cartas, lo han visto todo, han oído esas palabras y ninguna entiende nada. Nadie lo entendería, sólo ellos. 

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