En boca cerrada no entran moscas, ni nada.



Quedan muchas cosas por decir.
Cosas que no son bonitas, no te van a gustar.
Pero me quedé con ganas de decírtelas.
Te he olvidado, bueno, no exactamente.
Estoy mejor sin ti.
Soy más yo, más feliz.
No te echo de menos, he dejado de quererte.
Pero es que hay tantas cosas por decir.
Te quedaste con demasiados trocitos de mí.
Te conté mi mayor secreto.
Ese que nunca me atreví ni a decir en voz alta.
Y voy, y te lo cuento.
No sé en qué coño pensaba.
Simplemente lo solté, aunque no te lo conté entero.
Bueno, ya te dije que no lo recordaba bien.
Pero ahora ya lo recuerdo todo.
Y eres la única persona que lo sabe. Sólo tú.
Así de especial eras.
Y ahora ya no estás conmigo,
Y de verdad que lo prefiero así.
Pero el caso es que, de una manera extraña,
Seguimos unidos, porque tú conoces mi secreto.
Y ya no es un secreto en sí mismo
Precisamente por eso, porque lo conoces.
Y me da miedo que lo sepas.
Sé que no se lo contarás a nadie.
Pero eso no evita que esté asustada.
No deberías saberlo.
Te lo conté porque bebí demasiado
Y estaba rotísima en ese momento.
Y vas tú, y lloras.
Increíble.
Lloras, como si te afectara más a ti que a mí.
Porque yo no lloré.
Yo no lloro, y tú dijiste que tampoco lo hacías.
Pero esa vez sí.
Y mi secreto no tenía tanta importancia
Como para que lloraras.
Creo que lo hiciste porque en esos segundos
En los que te dije que era autodestructiva,
Te diste cuenta de que lo nuestro se acababa.
Corrígeme si me equivoco.
Pero es que como todo acabó después de aquello,
Lo he relacionado.
Tendría que haberme callado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario